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La  artesanía es tan antigua como la humanidad.. Las obras de las artes plásticas y de las artes aplicadas, llamadas en la actualidad, Visuales, son tuteladas por las normas que se establecen por el derecho de autor y hoy día, con el impacto de la tecnología digital, requieren de una mayor protección para lograr que los autores no sufran el menoscabo de sus derechos que le corresponden por Ley. En muchos países se han constituido entidades de Gestión Colectiva de derechos, con el fin de que  se cumpla el objetivo señalado anteriormente, pero este tema, no será  analizado en el presente trabajo ya que merece un estudio más minucioso por su importancia. Dentro de las obras de las artes plásticas se encuentran las esculturas, y las obras de pintura, dibujo, grabado, litografía entre otras y dentro de las artes aplicadas, las creaciones de cerámica, textil, piel, vidrio, madera, metal, entre otras. El trabajo que le proponemos tiene el propósito de llevarles a ustedes la importancia de la artesanía como exponente de las obras de arte aplicado, que deben tener un tratamiento en cuanto a las normas que se establecen por el derecho de autor, y por tal motivo, aparecer en el ordenamiento jurídico con el fin de fijar el alcance y grado de protección que se le debe brindar a los artistas de este tipo de manifestación. Nos adentraremos entonces, en la necesidad del vínculo de la protección jurídica de la creación y su importancia en la economía, como reflejo del comercio cultural que permite que los bienes culturales circulen de manera competitiva en los mercados. La identidad cultural de un país está determinada por la participación ciudadana en la misma y su interrelación con  la vida de toda la sociedad desarrollando el incremento de las opciones  individuales en pos de la colectividad. Pero para consolidar lo referido  anteriormente, hay que señalar los derechos que tienen los autores en  relación con sus creaciones artísticas, en este caso las obras de la  artesanía.

Para que una obra sea protegida por el derecho de autor tiene que ser original, donde aparezca el sello distintivo de la personalidad del autor, que la hace diferente al resto de las demás obras. Los derechos que le  asisten a los autores son de índole moral y patrimonial. Los derechos morales están íntegramente relacionados con el carácter personal del creador de obras haciéndolos irrenunciables, e imprescriptibles y que están compuestos por un grupo de facultades como es el relacionado a la paternidad sobre su obra, el respeto a de integridad, oponiéndose a cualquier deformación mutilación de su obra, o cualquier otro atentado contra la misma que afecte su prestigio como autor. El derecho de divulgación es el que permite que la obra trascienda al público. Otro de los derechos morales del autor, es el de retracto o arrepentimiento por cambio de sus convicciones, en este caso, deberá compensar mediante  indemnización al titular del derecho de explotación, también se encuentra el de acceder al ejemplar único o raro de su obra. El Derecho moral es  esencialmente inalienable porque nace dentro del espíritu del autor,  identificando éste con la obra; en el caso de las obras plásticas, este  derecho se hace real a través del estilo del artista.1 Los derechos  patrimoniales están vinculados con la explotación de la obra del autor en  cualquier forma que este haya otorgado su consentimiento. El derecho  patrimonial es, por así decirlo, susceptible de explotación económica y el  hecho de ser enajenable no significa, en última instancia, pérdida de la  autoría. La concepción de una obra pictórica no puede comunicarse sin su  soporte material, de ahí la calidad indivisa de estos dos elementos.2 Entre  dichos derechos se encuentran el de reproducción, aunque en el caso de la  obra plástica no lleva aparejado en el momento que enajena la obra, el derecho de reproducción, otro de sus derechos es el de distribución, el de comunicación pública, transformación y en particular el derecho de participación o Droit de Suite. También las obras de artes aplicadas reciben el tratamiento legislativo en materia de derecho de autor y sus autores tienen por lógica, los mismos derechos, siempre y cuando sus obras tengan un carácter verdaderamente original. Es pertinente referirnos a la definición de arte aplicado, que nos muestra el Glosario de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, OMPI, de 1980: Voz 9: Arte Aplicado: Es una obra aplicada a objetos de uso práctico, bien sean obras de artesanía u obras producidas a escala industrial. Las legislaciones de derecho de autor pueden determinar el grado en que ellas mismas son de aplicación a las obras de esta clase. Como se puede apreci dentro de las obras de artes aplicadas, protegidas por el derecho de autor, se encuentran las obras objeto de nuestro trabajo, que son las conocidas como artesanías. CRITERIOS SOBRE EL CONCEPTO  DE ARTESANÍA: Artesanía: Es el arte manual consistente en producir a mano cada uno de los ejemplares de una obra, como se practica principalmente en  los campos del arte folklórico y de las artes aplicadas. No obstante esta  definición, consideramos que debemos exponerles a ustedes otras  disquisiciones sobre dicho concepto. En el Encarta-2000 se especifica que  Artesanía es el conjunto de las artes realizadas total o parcialmente a  mano que requiere destreza manual y artística para realizar objetos  funcionales o decorativos. Actualmente, la artesanía se ocupa principalmente de la elaboración de alfombras y otros textiles, además de los bordados, la cerámica, la ebanistería y la metalistería. Este oficio lo practican los artesanos, que trabajan en sus hogares con un equipo mínimo, o en talleres instrumentos y materiales más costosos. La artesanía es tan antigua como la humanidad. Si bien en principio tenía fines utilitarios, hoy busca la producción de objetos estéticamente agradables, entre las técnicas artesanales más antiguas se encuentran la cestería, el tejido, el trabajo en madera y la cerámica. En consecuencia, la variedad de lo artesanal se multiplica artificiosa: hay arte popular entendido como producción de formas estéticamente apreciables por parte de los sectores populares; arte indígena, cuando éstos sectores son indígenas; artesanía, cuando esos objetos no son estéticamente estimables ; industria artesanal, cuando el volumen de esta producción alcanza dimensiones considerables: artesanía urbana, cuando cualquiera de los anteriores procesos se da en las ciudades; arte de aeropuertos, cuando el componente estético se considera devaluado por la  modernidad. En Colombia se considera tradicional-popular a la artesanía de origen europeo y contemporáneo a la que produce la cultura de los  inmigrantes. En una práctica marcada por la variedad y la difusión, este tipo de clasificación puede multiplicarse indefinidamente.3 La voz artesanía expresa un concepto totalizador que abarca toda la producción manual – contenga o no una expresión artística – trabajada o realizada con herramientas simples, frecuentemente de factura artesanal. Es por ello que incluso las propias construcciones habitacionales tradicionales, que siempre encontramos enmarcadas en la esfera de la arquitectura popular no escapan del todo a este concepto.. Al igual que las demás  manifestaciones propias de la tradición cultural, la artesanía es popular  aunque no todos la practiquen . Casi siempre es  anónima: su autoría se pierde en el tiempo y el espacio; y su producción  responde a necesidades objetivas de la comunidad, sean estas de índole  económica, doméstica o religiosa… , el  concepto de artesanado es un concepto amplio que comprende múltiples artes diversas y que tienen como característica distintiva común la realización artesanal, manual; así como un cierto sentido de singularidad de los objetos, y de calidad distinta de la del objeto producido industrialmente. En cierto sentido, tiende más al anonimato que otras artes como la pintura, escultura, etc. Añade además, que toda forma de artesanado puede presentar particularidades propias en los intereses a tutelar. En lo que coinciden todos los estudiosos del tema, es que la artesanía es un arte manual, que responde a necesidades de la comunidad y que tiene un carácter anónimo y que además, debe ser tutelada, en cuanto a su carácter artístico, por las normas que regulan la . Todas estas definiciones, nos dan la medida del auge que han tomado las obras de artesanías como objeto de consumo y además vinculada a una actividad económica netamente cultural y, es aquí donde radica la importancia de su protección jurídica.

TENDENCIAS DE PROTECCIÓN: Es conveniente referirnos, de forma no exhaustiva a los países que establecen protección a las mismas, con el criterio que se pueda delimitar el aspecto artístico de lo industrial, estableciendo la protección por las normas del derecho de autor, por ejemplo: Argentina, Bolivia, Paraguay, entre otras, en el caso de La Ley Boliviana hace alusión expresa a las obras de artesanía. En este aspecto, las obras de arte aplicado aún hoy día es tema de opiniones diversas de los especialistas, esto está dado por la vinculación fronteriza que tienen entre el derecho de autor y la propiedad industrial.>

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Egipto y sus faraones

En el Antiguo Egipto, las joyas fueron muy importantes y se llevaron a cabo  trabajos que hoy día siguen siendo admirados, no sólo por su antigüedad y  fabricación artesanal sino, incluso, por su diseño, innovación, utilización de materiales…. en fin, como casi todo lo que hacían. La historia de la joyería egipcia con incrustación de composición vítrea se remonta a los principios de la época dinástica. La joyería ha existido en esos materiales, formas y usos. Sin embargo, aunque la joyería nace para ser utilizada en vida, los egipcios la utilizaron en la muerte colocándosela a las momias como parte del rito funerario, ya que según sus creencias que se apoyaban sobre unas bien definidas concepciones escatológicas, la muerte era un paso a otro estado de la existencia terrena. Según sus creencias, las joyas y amuletos tenían que ser elaborados con determinados materiales los cuales le conferían a la pieza ciertos poderes mágicos que ayudaban al difunto a recuperar la vida en el más allá y alcanzar la eternidad. Entre los diferentes tipos de joyas que fueron trabajadas con alguna composición vítrea tenemos en mayor cantidad; los collares y los pectorales, contando también con numerosos ejemplos de brazaletes, tobilleras, anillos y aros.

En relación con su función y significado dentro del ajuar funerario, las joyas más que adornos eran piezas que poseían poderes mágicos por sus cualidades físicas. En el capitulo XXVII del libro de los muertos se encuentra un mágico hechizo para un buitre de oro que se debía colocar en la garganta el difunto, en la viñeta dan instrucciones precisas de como elaborarlo, incluso se indica minuciosamente como debía ser manufacturado, detallando la forma y el  material. El gran tesoro de Tutankamón ha sido una evidencia muy importante para el estudio de la joyería egipcia con incrustaciones vítreas, además de que ha servido para verificar como se cumplían las instrucciones que vienen indicadas en el Libro de los Muertos. En la momia de Tutankamón se encontró un extraordinario pectoral como el que se indica en el capitulo XXVII Del  Libro de los Muertos, trabajado en oro con incrustaciones de vidrio. La  mayoría de la joyería debía estar realizadas en oro por ser el material más  relacionado con los dioses, la cual debía estar combinada con diferentes  piedras semi preciosas de colores, las que gracias a su origen mineral le  proporcionaban poderes mágicos. Ante la dificultad que implicaba el conseguir piedras semipreciosas, el arte de la piedra incrustada se va imitar a la perfección con las diferentes composiciones vítreas, material ideal por tener las mismas cualidades físicas ya que también es de origen mineral. Rápidamente los artesanos logran imitar a la perfección las piedras semi preciosas, alcanzando una extraordinaria habilidad en el detalle del corte y  pulido, donde el embutido requería una exactitud milimétrica al incrustarlo, llegando incluso alcanzar tal perfección en el trabajo, que cuando se pasa la mano por la superficie, da una sensación de continuidad que. bien se podría pensar que se trata de un esmalte. Se han  localizado varias tumbas de artesanos. Por los títulos de Principal de la  joyería de la propiedad de Amón, y Jefe de los artesanos de la joyería de  Amón, lo más probable es que hayan sido artesanos reales. Podemos encontrar todavía cargos de mayor importancia que el de los artesanos antes mencionados, el cual era el responsable de la organización de toda la industria, los cuales incluso nunca tocaban la pipa del soplador, en los  diferentes títulos podemos encontrar los siguientes: Inspector de la  tesorería del oro y la plata, inspector de la tierra color de oro de Amón y  Pesador de Amón. Sus principal responsabilidad era la de dar instrucciones precisas sobre los materiales que iban a ser necesarios para la fabricación  de los tesoros como también darle seguimiento a cada una de las fases de  elaboración de la pieza. Aunque La organización de La industria Del trabajo Del oro no les permitía firma personal, se conserva el nombre de Neferronpet, quien firmo en su libro de los muertos Debido a la precisión que requería el trabajo, antes de dar comienzo a la elaboración de la pieza era necesario preparar un diseño en una plantilla con el modelo de lo que se iba a manufacturar. Entre lo más importante que se tenía que planear desde un principio, era el de detallar muy bien el espesor y la distancia de las costillas donde iban a ser incrustados los fragmentos ya pulidos del  material. Cada trozo tenía un lugar específico dentro del diseño, nunca se  podía colocar una pieza en el lugar de otra, lo cual hacía más difícil aun el  trabajo para el artesano. Los soportes en su mayoría son de oro, el cual era trabajado en diferentes técnicas según fuera necesario; laminado, vaciado en molde abierto, o cuando se requería de un gran detalle a la cera perdida. Cuando se realizaban piezas de mayores dimensiones como las máscaras o sarcófagos, era necesario trabajar en varias partes y después unirlas con soldadura. Ya terminado el soporte, se comenzaba a cortar y a pulir los fragmentos de la composición vítrea de acuerdo al tamaño del hueco para finalmente ser incrustados en su lugar. Las piedras que se imitaban con la composición vítrea eran ágata y ópalo para el blanco, turquesa y lapislázuli para el azul, cornalina el rojo, malaquita el verde y negro la obsidiana. Todas poseían dentro de sus creencias un gran contenido simbólico. El arte de la incrustación esta muy ligado al arte del mosaico que floreció en el imperio antiguo, de los cuales se conservan impresionantes ejemplares como los  encontrados en la tumba del rey Zozer en Saqqara. La influencia de este arte se deja sentir erialmente en otros materiales en objetos del ajuar funerario como el mobiliario elaborado en diferentes maderas. Al comienzo de los tiempos históricos, durante la primera dinastía, podemos encontrar ya una fascinante y variada producción de finas joyas donde se puede apreciar un excelente panorama, debido a que presentan una gran variedad de materiales y  técnicas entre las cuales podemos encontrar una gran variedad de collares pulseras. Las piezas del imperio antiguo presentan una incorporación de  elementos ya existentes en los tiempos prehistóricos trabajados en  interesante inventiva artística, pero a la vez, algunas de las piezas  presentan un burdo tratamiento de los elementos. Indudablemente el collar más característico dentro de la joyería egipcia es el weskhet, trabajado en cilindros dispuestos de manera vertical en forma semicircular y rematada en los extremos. Fue muy común que este modelo rematara con la cabeza de un halcón. Museo Metropolitano de Arte, Nueva Cork En la época Baldarían podemos encontrar las piezas más antiguas que se conservan de la joyería egipcia trabajada con alguna composición vítrea, entre otras, se encuentra el collar de pequeñas cuentas engarzadas en varios hilos de color azul que era muy común utilizar en esa época en las rodillas, los collares funerarios más antiguos que se conservan de composición vítrea y plata podemos encontrar el de Impy de la sexta dinastía. El collar se encuentra finamente trabajado en color azul y rematado en la parte inferior con 63 pendientes en forma de  escarabajo, el nombre de Impy se encuentra grabado en ambos extremos en las  terminaciones de oro. En el trabajo de la diadema de rosetas con centro de cobre con incrustaciones, podemos apreciar como desde los tiempos más tempranos se trabaja la incrustación vítrea en la joyería. En la joyería de la XII dinastía se pueden encontrar los trabajos más finos realizados durante el imperio medio. Sin grandes lujos estas piezas contienen una gran armonía y belleza, donde los materiales y el color son cuidadosamente escogidos para dar fuerza al terminado final.. Una de las piezas que destaca en este periodo por su gran belleza y sencillez es el pendiente de Khnumet finamente trabajado en oro granulado y composición vítrea. El medallón circular del centro esta realizado con una frita azul y decorado con una pintura en miniatura de una vaca recostada. Para resaltar más el detalle central se le coloco un recubrimiento de cristal de roca. Los gránulos de oro es un trabajo muy típico en el imperio medio, y aunque podemos encontrarlo en tiempos anteriores el detalle nunca va a ser igualado. Un notable ejemplo de la minuciosidad con la que se trabajaba la composición vítrea en el imperio medio es el cinturón de cuentas de Senebtisy. Del cinturón cuelgan como adorno veintitrés finos hilos de cuentas en forma vertical en donde se intercalan los colores verde y negro. Una manera de ver el notable trabajo que realizaban en la composición vítrea durante el imperio medio es observando el brillo del collar de cuentas azul combinado con plata, realmente es una pieza única en su estilo. En el Imperio Nuevo, durante la dinastía XVIII se produjo un auge en el uso del vidrio, el cual se ve reflejado en las magnificas joyas con incrustación vítrea que trabajaron los orfebres de la época. En los ejemplos conservados, se puede observar como los modelos y las técnicas siguen siendo prácticamente las mismas. Lo minucioso del trabajo y la armonía en el uso de los colores muestran como la joyería del imperio nuevo llega alcanzar las más elevadas cotas de belleza y perfección. Durante el reinado de Tutmosis III se elaboraron joyas de muy alta calidad, prueba de ello son las joyas que fueron encontradas en la tumba  de sus esposas en Tebas. Entre las piezas se pueden destacar por su belleza, brazaletes con finos detalles, una variada cantidad de collares como el exquisito collar que tiene como decoración unos peces combinados con las cuentas de vidrio, la hermosa peluca que esta casi cubierta en su totalidad por rosetones incrustados de vidrio de colores y la diadema con el ureus.no.  El punto máximo alcanzado en la joyería de la XVIII dinastía se encuentra en  el reinado de Tutankamón, y no hay mejor ejemplo para ilustrar tal afirmación que las joyas encontradas en su tumba donde las piezas alcanzan la máxima habilidad artística. Entre las joyas más hermosas que se le colocaron a la momia de Tutankamón, se encuentra un pectoral en forma de buitre trabajado en oro con incrustaciones de vidrio, el buitre se muestra con las alas extendidas y volteando la cabeza hacia el lado izquierdo. El trabajo está realizado realmente de manera magistral, en su superficie contiene trescientas incrustaciones de vidrio oscuro en diferentes tonos, azul, rojo y; la parte superior esta trabajada de idéntica manera. El buitre de Tutankamón se destaca también por ser una pieza muy controvertida, ya que  algunos autores afirman que la pieza está esmaltada, en realidad no hay pruebas de que en el Egipto faraónico se realizara este tipo de trabajo, sin embargo es tanta la perfección de está pieza que aun existe la duda, y en el caso de serlo, la pieza sería el más antiguo ejemplo de esmaltado. Por el gran detalle que presentan la mayoría de las piezas de metal que se  utilizaron como soporte en la joyería, lo más probable es que se trabajaron a la cera perdida. Para llevar a cabo este procedimiento se realizaba un modelo en cera para dar los detalles, después se recubría con una capa de cerámica en el cual se dejaban dos orificios, uno para vaciar el metal caliente y otro para drenar la cera fundida. Este proceso permite dar un gran detalle a las piezas pero presenta el inconveniente de no permitir una producción masiva o en serie como se logra con un molde abierto, tal y como se utilizaba en la mayoría de los amuletos. Las joyas de Tutankamón se hicieron en oro y piedras semipreciosas, incorporando formas y diseños de la naturaleza, animales y vegetales como lo muestra el pectoral que tiene como decoración principal una luna llena trabajada en electrón. La luna descansa sobre una barca solar de oro que flota en una base de flores de loto. El pectoral, además de ser un diseño muy hermoso, combina a la perfección las piedras semipreciosas con el vidrio, lo cual le da un encanto muy particular a la pieza. El pectoral en forma de halcón es probablemente una insignia real por su gran contenido  simbólico. El halcón alado que representa al faraón, porta en su cabeza el  disco solar que es el símbolo de la divinidad. El halcón sostiene con fuerza  en sus garras el shen, símbolo de la eternidad, y el anj símbolo de la vida, se tiene en una sola pieza el poder, la vida y la eternidad. El plumaje del ave está trabajado con un gran ritmo con incrustaciones vítreas de vivos colores. El pectoral combinaba en una sola pieza varias funciones como talismán, el marco que lo rodea en la mayoría de las veces es la fachada del templo, y en su interior siempre aparecen elementos mágicos como el buitre, el djet, anj o shen. No menos de veintiséis pectorales trabajados con incrustaciones fueron encontrados en la tumba de Tutankamón, algunos estaban colocados en la momia y otros en diferentes objetos del ajuar funerario. Aunque en la gran mayoría se utilizó la composición vítrea para las incrustaciones, ocasionalmente también se combino con piedras semipreciosas como cuarzo, jaspe y cornalina, y solo en muy pocos casos con lapislázuli y turquesa. La dinastía XIX, cuenta con una importante cantidad de piezas  elaboradas con composición vítrea incrustada como las encontradas en el Serapeum entre las cuales destaca el pectoral en forma de halcón de Ramsés II  por su gracia y colorido. También se cuenta con brazaletes, tobilleras y unos  pendientes sumamente toscos y recargados. Aunque estas joyas no tienen  comparación con las anteriores, presentan un gran detalle técnico en la elaboración y terminado como el esmaltado, incluso las costillas son muy finas, muestra de que las herramientas que fueron utilizadas en la manufactura de las joyas eran de gran calidad. Del tercer periodo intermedio a finales de la época faraónica, se sigue trabajando la joyería con vidrio de una manera muy abundante entre las cuales podemos destacar las del famoso faraón mencionado en las sagradas escrituras Psusennes. Entre los pectorales de este periodo  sobresalen dos. El formado por el pilón del templo que contiene en su  interior un escarabajo alado y que se compone de oro e incrustaciones de  composición vítrea azul y el del escarabajo trabajado en jaspe verde considerado una de las piezas más hermosas de este periodo por su colorido y contenido simbólico. Las alas de oro están minuciosamente incrustadas con  vidrio en franjas verticales. Sobre la parte superior del escarabajo se encuentra el cartucho real con el nombre del faraón también trabajado con  incrustaciones jaspe y vidrio. Todos los detalles están cuidadosamente  trabajados lo cual hace que esta pieza se distinga entre otras muchas. Del  reinado de Sheshonq durante la XXII dinastía podemos mencionar los brazaletes de oro en forma cónica, trabajados con incrustación de lapislázuli y vidrio, y el hermoso pectoral del escarabajo de lapislázuli que emerge del horizonte con el disco solar en la parte superior, franqueado por dos dragones ureus que portan la corona blanca. Museo Británico de Londres Por su alto contenido  simbólico la joyería formaba parte inseparable del egipcio tanto en la vida  como en la muerte, por lo que su presencia puede encontrarse a lo largo de toda la historia faraónica. La tumba va a ser el mejor ejemplo para ver que objetos y materiales eran importantes en el más allá. Originalmente eran objetos sencillos que además de su función cotidiana poseían una función simbólica, pero poco a poco fueron haciéndose más elaborados hasta llegar al punto culminante en el imperio nuevo. Los materiales que se utilizaron en la  joyería prácticamente son los mismos desde principios del Periodo  Predinástico, como las composiciones vítreas, las piedras semi preciosas, y  el oro, lo cual nos dice claramente que el egipcio siempre trataba de buscar protección en el más allá, todo tenía una interrelación, culto, magia, religión, forma y material. El vidrio siempre estuvo presente. ————————–

FUENTE: a http:museovidrio.vto.comh8.htm;  http:museovidrio.vto.comh8.htm – Imágenes disponibles en esa web  ————————– PECTORAL DE TUTANKAMON: destaca el gran escarabajo del centro y la  combinación magistral de vidrio, piedras preciosas y oro.

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La plateria criolla

La platería  criolla nace con el hombre de campo y lo acompaña desde los  primeros tiempos. Fue un elemento imprescindible para su trabajo, para  defenderlo en alguna pelea y en los días de fiesta lo enriqueció de lujo  junto a su caballo. El tiempo fue decantando usos y costumbres y cada provincia impuso sus gustos y su carácter, pero todas en conjunto dieron origen a la platería criolla, sin duda, la platería tradicional por excelencia.

Las armas comunes fueron el cuchillo, el facón y la daga, amén de las boleadoras y del pesado rebenque o talero, contundente en sumo grado cuando se los sabía manejar hábil y serenamente.

El  cuchillo. El cuchillo es el complemento más valioso del gaucho; casi parte de su propio ser. Imaginar al gaucho sin su cuchillo es más difícil aún que imaginarlo sin caballo. Fue todo para él: cuchillo y tenedor para comer, mondadientes, elemento para matar animales, instrumento para cuera útil de toda su artesanía y herramienta de todas las tareas y arma defensiva y ofensiva.

El cuchillo es un instrumento de hierro acerado con un solo corte. Consta de una hoja de variados tamaños y proporciones. Esta hoja termina en punta y en su extremo opuesto se encuentra adherida a un mango o cabo de metal, madera o asta. Los hubo también encabados sobre piedras o  arandelas de cuero revestidos en ocasiones por primorosos tejidos en tientos de cuero crudo. Los cuchillos no poseen gavilán, sólo tienen una especie de nudo entre la hoja y el mango que se llama “botón de la hoja”. La hoja del cuchillo consta de punta, filo y lomo. La punta es el extremo agudo del instrumento. El filo es la parte amolada del mismo. Abarca toda su hoja, siendo más delicado cuando se acerca a la punta. El último tercio cercano al mango es bastante grueso. El gaucho usó esta tercera parte del filo como hacha. El lomo en los cuchillos es la parte gruesa y contraria al filo. Suele tener labraderas en su superficie, efectuadas como simples adornos, para parar un tajo en una lucha o como cuenta ganado. La hoja del cuchillo se encuentra  adherida al cabo por medio de un apéndice o espiga, formando así la  empuñadura o mango.

El Cuchillo Verijero. Cuchillo de hoja corta (no más de 15 cm),   generalmente destinado a actividades que requieren una hoja manuable y muy filosa: cuereado, capado, picado de tabaco, etc. Recibe ese nombre por llevarse en la cintura, del lado derecho, la hoja apuntando hacia la ingle (“verija”), el filo hacia abajo y el cabo hacia fuera asomando oblicuo junto a la rastra. Generalmente, por ser un “lujo” del paisano, su mango, y a veces su vaina, estaban ricamente labrados en plata. El “capador” era un cuchillito similar al anterior, quizás de hoja más pequeña (alrededor de 10 cm), que generalmente se reservaba a trabajos de corte delicado, como castrar animales, por ejemplo. El Cuchillo Picazo. Es el cuchillo cuya vaina combina a  generalmente de suela negra, con metal, dando un hermoso efecto que el criollo asimiló al pelaje del caballo “picazo” (overo negro). Se observan algunas piezas antiguas, quizás los verdaderos “picazos”, en las que el cabo está realizado en ébano, cuyo color negro intenso contrasta con los “soajes” (virolas) de plata, que en conjunto con la vaina negra y plateada logran un  efecto realmente hermoso y atractivo. El Facón. Arma de defensa o combate, aunque el gaucho también la usó para terminar o faenar una res, cazar o cuerear e incluso para ayudarse a comer. El origen del término viene del portugués “faca”: cuchillo y “facón” aumentativo del mismo. Técnicamente se trata de un arma blanca que se diferencia del puñal y de la daga por que la hoja presenta un solo filo, y en ocasiones un pequeño contrafilo. La característica  definitoria del facón es la existencia de guardamano o gavilán, más o menos pequeño pero siempre existente, que podía tener la forma de un simple travesaño “cruz” o de “ese” o de “u”. Y, el gavilán constituido por una chapa ovalada y transversal a la hoja, que no quita el arma del contrario pero sí detiene los golpes. Las hojas son de una longitud entre 30 y 40 cm de largo y unos 20 a 35 mm de ancho, aparecen como hojas “delgadas” en relación con su longitud. Rematan, además en una punta muy aguda y se los mantenían con muy buen filo. Fueron populares las hojas de bayoneta de Solingen y de espadas de Toledo. El mango puede ser una robusta empuñadura de madera, “guampa” o asta vacuna, plata o plata con oro. La vaina puede ser de cuero o metal o combinación de ambos con boquilla o agarradera y puntera con batiente, para proteger a quien lo portaba. El Facón Carenero. Variante notable de la daga y el facón, arma cuya hoja medía unos 80 cm. de largo, utilizada no sólo como arma defensiva, sino también como arma para montería o para matar reses. Dado su enorme tamaño – las hojas provenían de sables o espadas- el “carenero” se llevaba en el recado, entre las dos caronas, y de allí toma su nombre. También se la solía llevar entre el sobrepuesto y el cojinillo. Su mango se situaba hacia delante y su filo hacia la izquierda o “lado de montar”. Los careneros generalmente no poseían guardamano o gavilán, para facilitar su salida del recado .

El Puñal. Arma  blanca con hoja de acero y punta, que lleva guarda puño entre el cabo y la  hoja. Se emplea para clavar de punta. Tiene filo y contrafilo, pero este último llega a hasta la cuarta parte de la hoja y es su característica distintiva. Es una variedad cuyo uso subsiste hasta nuestros días. La  Daga. Es semejante al puñal, y de mayor  tamaño que el facón, posee filo y contrafilo, que nuestros gauchos por lo común construían con bayonetas viejas o restos de espadas. Solía poseer una especie de canaleta longitudinal sobre ambas faces, que los paisanos justificaban cómo adecuadas para facilitar las sangrías. El Rebenque. Látigo corto de cuero, cuyo cabo mide más de 30 cm. y lleva en una extremidad, la lonja que debe tener el mismo largo que el cabo. Consta de manija, cabo, paleta y lonja. Tiene en un extremo una manija u ojal del tamaño de una pulsera para colgarlo de la muñeca, de los dedos o del cabo del cuchillo y en el otro extremo, dos lonjas de cuero de vacuno sobadas y unidas por sus orillas por una costura, que no llegará más allá que hasta cinco o  seis centímetros antes de cubrir su borde, para quedar libres en ese punto y  golpearse entre sí en el instante del azote. Esos extremos se llaman  “lenguas” y a veces especifican la variedad del rebenque, como ser “el  rebenque de dos lenguas”. Además, dicha lonja en total, es diez o quince  centímetros más larga que el cabo del rebenque. Rebenque de argolla: rebenque de cabo corto, que lleva como manija una gran argolla. La paleta es ancha. La lonja es poco más o menos extensa que el largo total del cabo con argolla y manija. Arreador. Azote semejante al rebenque pero de mango y lonja muchos más largos, utilizado en los arreos de animales, de donde procede su nombre. Puede ser de madera, hierro, plata, revestido con trenzado de tientos, etc. Lleva una trenza de más o menos un metro, con una azotera de 25 cm en su extremidad. Se compone de: cabo, yapa, trenza y azotera. Los cabos de madera podían llevar adornos  de plata Cuando estas partes de las piezas están cubiertas por este metal, debe pensarse que se trata de una prenda con valor simbólico de autoridad,  por los que fue el rebenque preferido por los caudillos, estancieros y capataces. Las   Boleadoras. Las boleadoras fueron las   primeras armas de guerra usadas por los indígenas. El gaucho las adquirió en  el siglo XVIII convirtiéndola en arma formidable y elemento útil para la caza y el trabajo, fueron usadas para atrapar avestruces, ganados y otros animales. Actualmente las boleadoras son una reliquia que, si bien ya no se usa como arma de trabajo, el gaucho la  sigue usando como adorno, cuando ensilla su caballo con pilchas de lujo. Hay  piezas de exquisita factura artesanal donde las bolas son de marfil y se encuentran enriquecidas con monedas, como patacones, o discos de plata y oro ricamente cincelados. La Rastra. Complemento necesario del tirador criollo. Compuesta generalmente por un centro de diferentes formas, con uno, dos o tres ramales a los lados, terminados en botones que permiten su unión al tirador. Estos botones habitualmente son monedas de acuñación española, chilena; uruguaya. Su centro generalmente en  chapa de plata, de forma muy a menudo circulo ovalada o acorazonada, calada o maciza, suele llevar las iniciales de su dueño o la marca del estanciero, como así también el cincelado de una flor, caballo u otro motivo criollo. Hoy en día, también se usan cierres de dos botones, con o sin chapa central, llamados yuntas. El Chifle. Es el cuerno del animal vacuno cerrado en su base y  abierto en el pitón, donde se le ponía tapa. Era un recipiente para guardar  líquidos, en los medianos la bebida alcohólica y en los grandes, que a veces se llevaban cruzados en la espalda, el agua. A veces se le pulía y se le redondeaba el borde en su extremidad más ancha. Una ranura en la parte  cercana a la boca servía para asegurarle una cuerdilla por la que se le  colgaba a la falda del recado. Existen piezas de extraordinaria factura artesanal, desde el tallado del cuerno, hasta el  exquisito cincelado de las piezas de plata que lo reforzaban y lo embellecían. Los Estribos. El gaucho de las llanuras empleó una variedad grande de estribos. Aunque todos concordasen entre sí por una característica: su capacidad limitada exclusivamente a la punta del pie.  Desde el porteño clásico de arco de pura plata cincelada o repujada, el de brasero, de idéntico material, a los de búfalo y plata, la serie de suelas  superpuestas y madera, o los de asta de carnero, y varios otros más primitivos aún, fueron de su incumbencia. La abundancia de vizcacheras, tucutucos y cuevas de peludo y mulita en nuestras  llanuras, así como la general adopción del galope como aire de marcha, creó este modo de estribo el más seguro contra las rodadas que siempre estuvieron allí a la orden del día y dieron ocasión al gaucho porteño para destacarse como ningún otro en el difícil arte de “salir parado”. Es por tanto lógico que el provinciano litoralense, el norteño y el cordillerano, que se valen del trote, “el marchado” o el sobrepaso, casi exclusivamente, gasten unos estribos de mayor entrada y más pesado modelo. En cuanto a los “braseros” (llamados por los uruguayos y  entrerrianos “de campana”), eran casi exclusivamente de plata o de plata y oro, así como los caños y pasadores de sus estriberas, y ofrecían distintas formas y labrados, siendo su peso hasta de dos kilogramos cada uno. Ateniéndonos a la iconografía, parecen haber sido más típicamente porteños los referidos “de arco”, pues se los ve con más frecuencia en grabados de época. Las Estriberas. Las estriberas de antes llevaban una más complicada labor que las actuales. Solían ir primorosamente  envueltas en esterilla de tiento, con bombas de los mismo  y una, dos y hasta tres “yapas” de argollas libres o prisioneras. En cuanto  al lujo ostentaban todos largos pasadores de plata cincelada, redondos o  chatos, con un artístico rosetón de igual metal fijo en la parte media de la  estribera. Los entrerrianos y orientales colocaban siempre este último  adorno, abajo, es decir, sobre el propio ojo del estibo. El Freno. Hasta  fines del siglo XIX, puede decirse que no existió en nuestra región pampeana más que un modelo de freno, el conocido por criollo o de candado, que llevaba cuatro argollas, barbada circular de hierro, alto puente y pontezuela también de hierro, fija, uniendo sus piernas curvadas en forma de S. En sus arreos de lujo, el gaucho, lo adornaba con copas de  plata, discos cincelados que, ajustados sobre las piernas del freno,  ocultaban la boca del caballo y pontezuela de este metal. La pontezuela era movible y jugaba vistosamente en sus engarces a cada escarceo del animal,  pero las había también fijas como las de los frenos ordinarios de puro hierro. A éstas se les solía llamar “pampas”, pues pertenecían al tipo más popular entre los indios de esas tribus, que sobresalían como habilísimos plateros y eran muy dados a lucir soberbios emprendidos. Cabezada y Riendas. El arte  de los plateros de otrora tuvo tal vez sus más originales expresiones en la factura de cabezadas y riendas, lo mismo que en la de fiadores, espuelas y estribos. Con raras excepciones, las primeras se hacían de chapones, cadenillas o malla de plata o plata y oro, esmeradamente repujadas y cinceladas, sin que entrase en su ajuste una sola partícula de cuero, puesto que hasta las presillas se sustituían con curiosos cierres del mismo metal y  de diversos sistemas. Véanse por lo tanto trabajos admirables, descollando los de los artífices riograndenses y uruguayos, con esos trenzados en finísimas hebras de plata que el buen gusto de algunos coleccionistas nos  permite contemplar hoy día.